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Date un antojo y ¡algo más!

 

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¡Que levante la mano la persona a la que le gustan los tamales!. Me atrevo a decir que prácticamente a todos nos gustan. Hay para todos los gustos: verdes, colorados, de dulce y ¡hasta gourmet!.

Pero también es cierto que en nuestro diario trajín cotidiano nos hemos detenido a comprar un delicioso tamal con su atolito bien caliente. Incluso, hemos llegado al punto de hacerlo (aún) más delicioso cuando se hace ¡en torta!.

Es una tradición muy chilanga hacer tortas prácticamente de todo. Para los que no saben lo que es una torta, es simplemente un bolillo relleno de lo que se te ocurra: guisado, jamón, plátano, etc, etc… Los más audaces hasta le ponen salsa a las tortas de tamal. ¡sí señor!.

Pero ¿realmente sabes cual es el origen de tan delicioso manjar callejero?. Te lo voy a platicar:

Cuenta la leyenda urbana que en Tulancingo estaban un grupo de ingenieros trabajando en unas obras el día de la Navidad. Se acercaron a comer a un puestecito pero la dueña ya no tenía casi nada que ofrecerles de comer. Entonces a la ingeniosa mujer se le ocurrió meter en un bolillo unas enchiladas (¡les dije que la creatividad mexicana no tiene límites!).

Los agradecidos hombres le dijeron bromeando que era esa creativa, humilde y deliciosa cena era su “pavo” o “guajolote”. Después a otra persona ingeniosa se le ocurrió poner en Tulancingo un puesto de esas tortas y se le ocurrió ponerle “guajolotes”. Pero, para ponerle más sabor y creatividad, puedes hacer tu propia historia apoyándote de un personaje.

Marioneta de personajes típicos listos para regalos ocasionales

Otra versión cuenta que las guajolotas nacieron en Puebla, pero no se refiere a un tamal dentro de un bolillo. La guajolota es un pambazo con una enchilada dentro. Ella nació así, no fue nombrada así como en el caso de los ingenieros en Tulancingo.

 Otra diferencia es, que los poblanos acostumbran las guajolotas por la tarde (dicen que les caen pesadas. ¿Será?) y acá en la Ciudad de México, los chilangos la disfrutamos principalmente en el día para empezar “el jale” con una buena dosis de vitamina “T” y ¿por qué no? Hasta de noche, porque se antoja algo rico, calientito, llenador y bien sabroso como recompensa por sobrevivir a un día más en nuestra bella jungla de acero. 

Claro que también nos merecemos desestresarnos, y ¡qué mejor! que con un juego de destreza:

Balero de copa para regalos en bolsita de yute

Saliéndonos un poquito del tema, las guajolotas no son lo único que puedes encontrar en un puesto de tamales. Si se te antoja algo menos calórico, lo puedes pedir así, solito… en su hermosa y aromática hoja de maíz o plátano.

O si lo prefieres, hasta frito (y también sabe delicioso y crujiente). ¡Ya se me antojó!. ¿A ustedes no?. Y lo mejor de todo, es que no es nada caro, y prácticamente en toda la ciudad encontrarás puestecitos de tamales para todos los gustos y antojos. ¿Vamos?.

 

Luego de darnos el antojo con las guajolotas, ¿qué les parece seguir dando gusto al gusto con este 

 

Esta es solo una pequeña muestra de lo que encontrarás en nuestro sitio web.

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